Infancia y Tecnología

Celulares y niñez: alertan por los efectos en el cerebro y la conducta

Expertos advierten que el uso excesivo de celulares desde edades tempranas está alterando el desarrollo neurológico de los niños. Problemas de atención, ansiedad e irritabilidad son algunas de las consecuencias más visibles. Escuelas que limitaron el uso de pantallas muestran resultados alentadores.

Redacción Nuevo Día
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Durante años, la infancia estuvo asociada al juego al aire libre, las tardes de bicicleta y la sociabilidad cara a cara. Sin embargo, la llegada masiva de los celulares y su uso cada vez más temprano entre los chicos está modificando profundamente esa etapa de la vida. Aunque estas tecnologías aportaron beneficios, especialistas alertan que también están generando consecuencias graves en el desarrollo neurológico infantil.

El psicólogo social Jonathan Haidt, profesor de la Universidad de Nueva York, lleva años investigando los efectos de los celulares y las redes sociales en la salud mental de los jóvenes. Su diagnóstico es contundente: la infancia está siendo transformada por la hiperconectividad, y no precisamente para bien.

Según Haidt, a los cinco años el cerebro ya alcanzó el 90% de su tamaño adulto, y es en esa etapa donde se forman las conexiones neuronales clave para el desarrollo emocional, cognitivo y social. La sobreexposición a pantallas altera ese proceso. La constante estimulación digital, los likes y las notificaciones activan el sistema de recompensa del cerebro de forma artificial, lo que puede provocar irritabilidad, ansiedad, problemas de atención y una reducción de la tolerancia a la frustración.

Además, el entorno digital carece de contención. "Es un mundo sin un marco moral compartido", advierte Haidt, señalando que los niños quedan expuestos a contenidos y dinámicas que no siempre favorecen su maduración ni su sentido de pertenencia.

Sin embargo, hay señales de esperanza. Varias escuelas que decidieron restringir el uso de celulares durante el horario escolar ya reportan mejoras en la convivencia, mayor concentración y una recuperación de la interacción cara a cara. "Cuando los chicos dejan los teléfonos, vuelven las charlas, el juego y las risas en los pasillos", coinciden los docentes.

La clave, para muchos, no está en prohibir, sino en acompañar. Los especialistas insisten en que los adultos deben ofrecer límites saludables, fomentar espacios sin pantallas y, sobre todo, recuperar el tiempo compartido con los chicos. El desafío no es tecnológico: es humano. Y la pregunta central sigue vigente: ¿qué tipo de infancia queremos para ellos?

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