TERRIBLE

Santa Cruz: último adiós para el estibador que murió tras ser aplastado por una tapa metálica

El cortejo fúnebre del estibador Diógenes Gutiérrez ingresó este viernes al puerto Caleta Paula, llegando hasta sector del muelle otros compañeros le dieron el último adiós y el pésame a sus familiares.

Redacción Nuevo Día
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  El trabajador de 60 años había estado allí hasta casi la medianoche del jueves 25 de julio, a borde del buque pesquero "Jorge Andrés" de la empresa Vepez descargando cajones de merluza como lo hacía desde hace 20 años.  

Por esa dura tarea, con bajas temperaturas y con medidas de seguridad casi inexistentes, Diógenes se apuraba a descargar la mayor cantidad de cajones posible para que los registrada un apuntador, logrando que se le pudiera retribuir una suma de aproximadamente 120 mil pesos, según lo comentara uno de sus compañeros a El Patagónico.

Era una suma importante para llevar a su hogar del barrio 17 de Octubre, pero eso lo ganaba de manera esporádica ya que no es frecuente la entrada de buques pesqueros a este recinto portuario y además dependen de la temporada de pesca de diferentes recursos ictícolas, por lo cual suelen soportar mucho tiempo sin tener actividad.

Santa Cruz: último adiós para el estibador que murió tras ser aplastado por una tapa metálica

Ya había terminado su tarea y se había quedado algunos segundos en la boca de la bodega, cuando por causas que aún son materia de investigación se soltó o cortó el cabo de la tapa metálica que pesa más de 500 kilos y lo aplastó causándose gravísimos traumatismos.

No había ambulancia y nadie atendía los llamados telefónicos que se hacían a la línea de emergencias del Hospital Zonal, por lo cual sus compañeros e incluso su propio hijo que había estado trabajando a su lado, lo llevaron a la guardia en un vehículo particular.

Las heridas que sufrió fueron de tal magnitud que los médicos le dijeron a sus familiares que había pocas esperanzas que sobreviviera hasta que en la noche del 30 de julio le declararon la muerte cerebral y expiró a la madrugada del día siguiente. Previamente, referentes locales del INCUCAI solicitaron autorización a sus hijos para ablacionar algunos de sus órganos, pero éstos se negaron porque querían que la integridad de sus restos y su alma descansaran en paz.

TENSION EN EL INGRESO AL RECINTO PORTUARIO

La familia y compañeros de trabajo, además de referentes del gremio que nuclea a los estibadores informaron a medios periodísticos que antes de ser inhumado en el cementerio local, el cortejo fúnebre pasaría por el puerto Caleta Paula, como despedida sublime.

El personal de turno de la Prefectura Naval apostado en el portón de acceso inicialmente no permitió en principio el ingreso del coche que transportaba el féretro y los de la caravana porque no tenían directivas de sus superiores.

Esto motivó que se produjeran discusiones y se sucedieran momentos de tensión, pero a último momento se autorizó el paso de la comuna de vehículos, mientras que varias personas que los ocupaban descendieron para avanzar caminando hasta la explanada principal y acercarse el muelle donde ya no estaba el barco donde se produjo el accidente.

El coche fúnebre tenía adosadas varias ofrendas florales, de compañeros y del gremio de estibadores, pero ninguna de la empresa pesquera.  

 En medio de las muestra de pesar, se reiteraron los pedidos de justicia, endilgando responsabilidades a empresas pesqueras y a las autoridades del puerto e incluso a la Prefectura Naval, por la falta de medidas de seguridad para este sector de trabajadores, señalándose que esta situación viene desde hace muchos años, pero quedaron al desnudo por el penoso suceso que costó la vida a Diógenes Gutiérrez.

     

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