Historias de la Patagonia: las estancias del “fin del mundo”

Por Bruno Sabella - El explorador argentino Ramón Lista estaba fascinado con la Patagonia. Él dijo: “Todo aquí despierta nuestras emociones más profundas: a veces es la tristeza de sus llanuras; o el magnífico caos de sus montañas.” Las estancias patagónicas también tienen su mística, sus historias, así como también sus secretos. Al hablar de las estancias del sur argentino, nos trasportamos a la época de los pioneros, de aquellos habitantes que llegaron de Europa a estas tierras lejanas. Muchas de las estancias más tradicionales y antiguas del país se encuentran localizadas en cercanías de la ciudad fueguina de Río Grande.



Río Grande se encuentra ubicada al norte de isla de Tierra del Fuego, a 365 kilómetros de Río Gallegos y 2.800 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. Desde sus orígenes, Río Grande estuvo ampliamente vinculada a la ganadería, siendo esta una de las actividades económicas más importante de la isla de Tierra del Fuego. Visitar Río Grande es trasportarse a la Patagonia de las grandes estancias, aquellas conocidas como “las estancias del Fin del Mundo”. Hoy en día es posible visitar algunas de estas estancias, las cuales constituyen un patrimonio histórico de gran valor.



Los pioneros de la ganadería ovina convocados por el entonces Presidente Julio A. Roca, a fines de Siglo XIX, eligieron la zona Norte de la Isla Grande para establecer sus estancias. La elección del lugar tuvo que ver con los buenos pastos, ríos caudalosos, así como también sus costas marinas, las cuales permitieron la construcción del puerto. Por otro lado, otro factor determinante fue la cercanía de la vía interoceánica del momento, el Estrecho de Magallanes.



A medida que llegaban nuevos habitantes, era necesario establecer un poblado que ofreciera abastecimiento y servicios. Como el resto de las ciudades patagónicas, Río Grande nació de manera espontánea y sin una formación oficial en 1921. Los primeros pobladores de la zona dieron origen a una serie de estancias dedicadas a la explotación ganadera, que desde entonces ha sido una de las actividades más destacadas. Sin embargo, la misma fue desplazada en 1959 con el descubrimiento de petróleo en la región, lo cual motivo a una gran cantidad de nuevos pobladores; sobre todo provenientes del vecino país de Chile.



Los terratenientes de aquel entonces, tales como Nogueira, Menéndez y Braun, se repartieron la gran totalidad de los terrenos aptados para la ganadería extensiva, de esta manera manteniendo un estado de grandes latifundios hasta la reforma agraria de 1925.



La actividad más importante de las estancias de Río Grande es la esquila de ganado ovino, que aquí se cría, así como también se destaca el ganado bovino de raza Hereford y caballos criollos puros. En la zona existen muchos galpones de esquila especialmente adaptados para la actividad, y actualmente muchos de ellos han sido modificados para que puedan ser visitados por los turistas que asisten a las estancias y así de esta manera



poder presenciar el trabajo de esquila. La lana que se obtiene es considerada de excelente calidad a nivel mundial. Algunas estancias de la zona también han ganado premios en diversas exposiciones rurales, tanto regionales como nacionales.



Estancia María Behety



A tan solo 15 kilómetros de Río Grande, se ubica una de las grandes estancias de la Patagonia y uno de los galpones de esquila más grande que existen en el mundo, la estancia María Behety. Este establecimiento fue fundado por Don José Menéndez en el año 1897 y llegó a tener una extensión de 180.000 hectáreas. En sus comienzos, se llamó “Segunda Argentina”, aunque años más tarde fue bautizada como “María Behety”, en honor a la que fuera la esposa de José Menéndez. En 1997 la estancia fue declarada Lugar Histórico Nacional. En la actualidad la superficie ocupada es de 62.000 hectáreas. El galpón de esquila es considerado por muchos “el más grande del mundo”, con una superficie de 7.800 m2, está diseñado para 40 esquiladores y 7.000 animales bajo techo.





Sin lugar a dudas, es una de las estancias más simbólicas de la Patagonia. Los visitantes pueden visitar el casco de la estancia, así como también tomar fotos. Por otro lado, también es posible en temporada de esquila observar el trabajo que se lleva a cabo con el ganado. La estancia también cuenta con 40 kilómetros de costa sobre el Río Grande, el cual atrae a los pescadores de truchas marrones más experimentados del mundo. Existen dos lodges de pesca con servicios de primera calidad que invitan a vivir una experiencia única en la Patagonia.



Estancia Despedida



Fundada en 1914 por José Menéndez, la estancia Despedida es otra de las grandes estancias del sur argentino. Su actividad principal es la cría de ganado vacuno, así como también posee un excelente coto de pesca de trucha sobre el Río Grande donde se practica 'fly-fishing'." La estancia fue vendida a la familia Larminat en el año 1979. Hoy cuenta con 35 mil hectáreas que llegan hasta el límite con Chile. Cuenta con un galpón de esquila construido en 1917, con capacidad para albergar a 2.500 ovejas. La estancia cuenta con las todas las comodidades para recibir a los visitantes y hacerlos sentir “como en casa.” La llamada “Posada Guanaco”, era la antigua casa de empleados que ha sido reacondicionada para convertirse en un hermoso lugar para recibir a todos turistas que llegan. Es posible visitar el caso de la estancia, así como también dirigirse en 4X4 hasta el filo que protege la estancia de los vientos. Desde aquí podemos apreciar una fantástica vista panorámica de todo el valle.



Existen otras estancias más pequeñas cercanas a Río Grande, tales como la estancia Sara Braun, la cual se puede recorrer mediante tours guiados que ofrece la Dirección Municipal de Turismo en distintas épocas del año. También es posible visitar la Estancia Las Hijas, la cual recibe a visitantes en su predio, permitiendo realizar recorridos por el casco, observar las actividades rurales, y degustar el típico cordero fueguino a la estaca.



Recorrer algunas de las “estancias del fin del mundo” es una experiencia que nos conecta con la Patagonia auténtica. Representan un patrimonio histórico muy



significativo para la historia de la Patagonia. Visitarlas nos permite conocer muchas de las historias más interesantes que esta hermosa región tiene para ofrecernos.



 


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