El FMI insiste con las dudas del tipo de cambio y los nuevos "econochantas" de Javier Milei
El Gobierno argentino no tiene pensado devaluar y, más precisamente, no piensa modificar una política cambiaria que a los ojos del presidente sólo muestra éxitos.
Los técnicos y técnicas del Fondo Monetario Internacional (FMI) se mantienen en su posición. A la espera de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca el 20 de enero, continuarán mostrando sus dudas sobre el maneja de la política cambiaria que instrumenta el Ministerio de Economía de Luis "Toto" Caputo. Fundamentalmente en lo que refiere, primero, a la lentitud en la recuperación de las reservas; y, segundo, a los efectos del actual tipo de cambio en la competitividad de la economía. Nada nuevo.
En definitiva lo mismo que el organismo financiero internacional le viene marcando a los negociadores locales, desde agosto pasado; cuando aún el chileno Rodrigo Valdés era el encargado del caso argentino. Esta posición, se sabe, es la que llevó a su corrimiento como responsable del área y el ascenso del venezolano Luis Cubeddu; con quién hoy discute la Argentina. Lo novedoso del caso, es que terminando el 2024, los cuestionamientos se sostienen, aún cuando desde el Palacio de Hacienda se le muestran todos los días a los observadores de Washington, como el dólar extraoficial en todas sus versiones se derrumba; y la brecha cambiaria llegó a un nivel simbólico de 5% promedio.
La última versión de las dudas desde el FMI fueron los planteos de los negociadores argentinos en Washington encabezados por el viceministro argentino José Luis Daza, de reducir el ritmo de depreciación cambiaria del 2 al 1% en un período gradual que terminaría en antes del fin del primer semestre del 2025; y que disminuirá aún más el ritmo de devaluación local.
Exactamente lo contrario de lo que reclaman desde el Fondo, donde aún se habla de la necesidad de un fortalecimiento del dólar de no menos del 20%. Desde las oficinas de Cubeddu se menciona que hay un argumento nuevo, surgido, curiosamente, desde el triunfo de Trump: la devaluación de las monedas regionales competidoras del país, especialmente el real brasileño y el peso uruguayo; las que, puntos más puntos menos, perdieron contra el dólar el mismo 20% que el FMI le reclama al país.
Estos argumentos escuchados por Daza en sus dos viajes a Washington, son, para los oídos de Javier Milei; compartidos por los de Caputo, obviamente, la música del averno. Si hay algo que no hará la gestión del libertario es devaluar. Y más precisamente, modificar una política cambiaria que a los ojos del gobierno nacional sólo muestra éxitos. Fundamentalmente en el cierre del 2024.Ante el panorama, entre las partes, sólo queda esperar al 20 de enero; y que cambie el signo político de los tiempos internacional.
Mientras tanto, las charlas entre Argentina y el FMI sólo se concentran en cerrar el 2024 de la mejora manera posible. Algo que, dada la historia de las partes en los últimos 30 años, no es poco.
Mientras tanto, desde Roma donde se entraba en gira presidencial, Milei se enorgullecía de su política cambiaria con un dato que, en parte, le da la razón. Le brillaron los ojos al ver los números de una Argentina financiera en plena alza de acciones y bonos, y un país que sólo compite la acción de Tesla y el Bitcoin en la calificación estrellatos de crecimiento en los valores de los papeles con cotización en Wall Street. Y ya mirando los mercados criollos, el presidente analizó además un dato particular con detenimiento. Y con una sonrisa algo maquiavélica confirmaba algo que viene analizando desde el 10 de diciembre, cuando cumplió un año de gestión.
Para que lloren los mandriles", dijo al propietario del celular que le mostraba la primera medición del MatBa Rofex, sobre el valor del dólar futuro a 12 meses; período que por primera vez indicaba un año hacia delante, completo de su gestión. Concretamente, a noviembre 2025, divisa oficial se tomaba en la Bolsa de Comercio de Rosario (donde se elabora ese índice de dólar futuro) a 1.262 pesos. Si se tiene en cuenta el cierre de esa jornada de un oficial Banco Nación a 1040 pesos; el incremento a un año que mostraría el dólar en los próximos 12 meses llegaría al 22%. Menos de un punto porcentual del 24% que el mercado considera de crawling peg para el período diciembre 2024- noviembre 2025.
Por primera vez, en un año completo hacia delante, el mercado de cambio a futuro que opera en Rosario, pero que sirve de referencia para toda la economía argentina (de hecho, es el que toman como válido los liquidadores sojeros), confía en que el programa cambiario del gobierno de Javier Milei se cumplirá. Y lo más importante: se le cree al gobierno que durante el próximo año no habrá devaluación. Y que su estrategia de un crawling peg en retirada podría ser válida. Y ejecutable. No de shock sino gradualmente (no cayendo del 2 al 1% de un mes al otro, sino en un período de entre 6 y 10 meses). Pero de manera real.
El Presidente, que sabe de la importancia de ese indicador rosarino, tomó la información como una venganza personal. Nombró hacia dentro a los "mandriles" a los "econochantas" y, obviamente, a los "ensobrados". Pero para el jefe de Estado lo más importante era que por primera vez desde que llegó a la Casa Rosada, los mercados, especialmente el cambiario, tomaba en serio su política cambiaria. Y la consideraba posible y probable. Y que se apostaba a que el tipo de cambio dentro de un año continuaría con su versión del crawling peg.
Pero había más. Ese 21% de devaluación aceptada por el Matba Rofex, prácticamente coincide con la meta de inflación de 18,3% presupuestada por el gobierno; y que muchos de los economistas rechazan. Prácticamente todas las proyecciones para el 2025 que las consultoras están planteando en las charlas que por esta época del año siempre se multiplican en empresas, bancos y similares; hablan de un alza en los precios para el 2025 de entre 30 y 40%.
Con algún caso particular que asegura que el dato se ubicará en 50%. Milei, que estuvo durante algo más de una década en el traje de esos ex colegas que viven (y muy bien) de asesorar a los privados para que tomen decisiones importantes en los cierres de cada año; pidió particularmente por estos informes presentados en estos días de conferencias múltiples y cruzadas. Quiere saber de cuanta inflación están hablando los "econochantas". Quiere anotarlo. Quiere que con el tiempo se recuerde, que aquellos que no confiaban en su 18,3% estarán equivocados. Y por mucho. Considera que esta distorsión de casi 20 puntos porcentuales entre las proyecciones oficiales y los privados puede complicarle su estrategia de acogotamiento inflacionario para el arranque del año. Conoce este trabajo.
Y este proceso. Sabe que si muchas consultoras en estas charlas de fin de año, convencen a sus clientes que la inflación será del 40%; luego los privados tomarán decisiones de stock y apalancamiento inflacionario con ese porcentaje. Y no con el oficial. Y que se hace necesario frenar esos pronósticos. O al menos adecuarlos más al oficial. Y así disminuir lo que se llaman, las expectativas inflacionarias. Milei considera imperdonable que no se le crea en su dato de inflación 2025, cuando ya este año ejecutó un plan que ubicó el número final del IPC del último trimestre del año por debajo de lo que se esperaba para este 2024.
Y sólo porque algún asesor con llegada a su reflexión lo convenció, no sale públicamente a denunciar complots con nombre y apellido. Por esto considera que el dato de esta semana del MatbaRofex es su primera reivindicación. Que el mercado cambiario anticipe una devaluación del 21,7%, más cerca del 18,3 que del 40%, es para él una cucarda. Cree que con esto se comprobaría que tiene más credibilidad que los "econochantas" que contratan las mismas empresas que esperan un salto del dólar mas cercano al del oficialismo que a lo que estiman los cuadros que los profesionales están presentando en sus exposiciones pagas por los privados.
Conociendo el paño, se puede anticipar sin temor a errores, que si los números, los porcentajes y el destino le dan la razón a la proyección mileísta; a mediados de año serán las próximas víctimas públicas del jefe de Estado.