Flor y Sandra: 2.000 kilómetros en moto, amistad y libertad sobre el asfalto
Flor y Sandra son dos amigas que, desde hace casi una década, recorren rutas de la Argentina en moto. Salieron desde Santa Fe, en un viaje de más de 2.000 kilómetros. Lo hacen por pasión, por libertad y por ese vínculo especial que une a quienes viajan por elección y convicción.
Flor y Sandra tienen algo en común que va más allá de la amistad: una pasión por la aventura, la libertad y la ruta. Juntas emprendieron un viaje de más de 2.000 kilómetros, y lo hicieron como más disfrutan: en moto, sobre una Honda Twister 250, dejando atrás el miedo y apostando por la conexión con cada paisaje de la Argentina.
Contaron su experiencia a Javier Seveso, conductor de Rock and Frío programa que se emite por Radio Nuevo Día 100.9.
Lo suyo no comenzó con redes sociales, influencers ni mapas inter
activos. Comenzó por curiosidad y por el deseo de Sandra de visitar a su hermana en Salta. "Fue el viaje más lindo porque fue el más improvisado", recuerda Flor. Aquel primer trayecto fue el punto de partida de una larga lista de rutas compartidas. Desde entonces, organizan juntas cada destino, reparten tareas -una se encarga del equipaje, la otra del camino- y toman decisiones en conjunto. "Vamos juntas y volvemos juntas", resumen.
A lo largo del camino enfrentaron desafíos mecánicos, lluvias, calor y jornadas extensas, pero también vivieron historias de solidaridad: desde personas que las ayudaron en la ruta hasta vínculos que siguen vigentes con aquellos que se cruzaron para dar una mano. "La gente en la ruta es muy solidaria, siempre hay alguien que aparece cuando lo necesitás", asegura Flor.
Si bien no consumían contenidos de viaje en redes, hoy comparten algunas fotos y videos. Uno en particular, en el que se las ve bailando un chamamé en medio de la nada para estirar las piernas, generó mucha repercusión. "No somos de redes, pero ese video fue especial, lo hicimos disfrutando el momento", explica.
Viajaron por Mendoza, Entre Ríos, Córdoba y hasta El Bolsón. Tienen pendiente llegar a Ushuaia y también recorrer más del sur de Santa Cruz, pero todo a su tiempo. "Como toda viajera, siempre te falta un lugar", dice Flor con la certeza de que el camino siempre ofrece una excusa para volver.
La organización de los viajes combina logística, cálculo de combustible, días de licencia y presupuestos compartidos. Ambas son empleadas y se toman vacaciones sincronizadas para recorrer la Argentina. "Dividimos todo, desde los gastos hasta las decisiones", aclara Flor, quien maneja la moto, mientras Sandra va como copiloto, a veces durmiéndose en el trayecto, pero siempre lista para acompañar.
Para ellas, viajar en moto significa libertad. Sentir los aromas del camino, parar a tomar unos mates, contemplar un paisaje. "No es solo viajar, es desconectar, es disfrutar", sintetizan. Y aunque alguna vez sumaron gente a los viajes, prefieren seguir solas. Porque en esa dupla, la confianza y la conexión hacen del trayecto algo más que kilómetros recorridos: lo convierten en una forma de vida.
¿El próximo destino? Tal vez Catamarca y la Ruta de los Seismiles. No hay fecha aún, pero sí muchas ganas. "Hasta que el cuerpo nos dé, vamos a seguir viajando", afirman, firmes en su convicción de que la ruta, como la amistad, se hace al andar.