Historias De Patagonia: Los presos políticos de la U 15

 “A ese rojo me lo sacan inmediatamente de mi celda”, grita desaforado Juan Queraltó por entonces uno de los tantos presos políticos confinados en Río Gallegos en los últimos estertores del régimen que en el país encabezaba el general Pedro Pablo Ramírez.

*Mario Novack



Es marzo del año 1944 y en Río Gallegos ya empieza a despuntar el otoño con días que van mermando su luz. Los carceleros de la Unidad 15 del Servicio Penitenciario escuchan risueños el reclamo airado del ultraderechista Queraltó.



El “rojo” a quien se pretende desalojar es el máximo dirigente del comunismo en la Argentina, nacido en Italia y venido a nuestro país. Se trata de Vittorio Codovilla, por entonces un dirigente trascendente en la política argentina.



“Hay que compartir todo camarada” dice socarronamente el comunista. La escena transcurre en la vieja cárcel de la ciudad. En el entonces Territorio Nacional de Santa Cruz gobierna con mano de hierro un exponente de la “década infame”, el teniente de navío Juan Manuel Gregores.



Ambos dirigentes fueron detenidos por reclamar derechos y una apertura democrática a un régimen que se instaló en el poder en el año 1930, luego del derrocamiento del radical Hipólito Irigoyen, dando paso a un gobierno atravesado por el fraude y la corrupción.



“Peor que mi presencia es el hedor del frigorífico que tenemos al lado”, dice en tono de queja el comunista cuando se refiere a los vahos que llegan desde la planta de Swift que está lindera a la cárcel.



“Además tengo entendido que la explotación laboral continúa siendo moneda corriente entre los operarios de la planta”, acota Codovilla al tiempo que su compañero de celda ahora comienza a escucharlo con suma atención.





“Usted es un facista, así que no entiendo por que razón lo ha detenido un gobierno que tiene su mismo pensamiento”, acota serio el comunista Codovilla. Queraltó toma aire y va meditando la respuesta admirado un poco de quien tiene adelante en la charla.



“Como en todo Codovilla hay facistas y facistas. Algunos creemos en un camino y otros no. Yo soy nacionalista antes que nada y por tener esta convicción he sido detenido, golpeado, torturado”, acota.



“En verdad debo confiarle que tuvimos un gran encontronazo con el gobierno del general Pedro Pablo Ramírez cuando se rompieron relaciones diplomáticas con Alemania. Esa tarde me encontraba en el despacho del Ministro de Educación, doctor Martínez Zuviría, y escuchamos a un diariero vocear la ruptura. 



Martínez Zuviría aclaró: "¡Cómo...! Ruptura de relaciones. Yo soy ministro y no sé nada...!". Luego nos enteramos que la ruptura se produjo por una exigencia del Departamento de Estado. Entonces dijimos que este país era una colonia. Ante ello, la Alianza decidió mandar una carta a Ramírez protestando, y pasamos a la clandestinidad.



“Por eso me detuvieron. Luego de torturarme me preguntaban dónde estaban las armas que me había dado Perón, con quien habíamos tenido un acercamiento. La picana me dejó medio enloquecido. Y a usted que le pasó para terminar aquí ?, pregunta ahora curioso el derechista Queraltó.





Empieza a caer el sol ese miércoles 22 de marzo en la lejana capital de Santa Cruz mientras la charla entre ambos hombres se ha vuelto entretenida. El italiano Codovilla se dispone a contar su historia, que tiene una coincidencia: la reclusión carcelaria.



Los guardiacárcel se han entusiasmado con el relato de ambos y escuchan entretenidos su diálogo. La mayoría de ellos son gente de Río Gallegos que buscan en esa salida laboral la posibilidad de tener un ingreso y una carrera penitenciaria.





Codovilla pide salir al patio para contemplar ese atardecer que tiñe de púrpura el horizonte. Piensa en los distintos lugares que ha recorrido haciendo política, en América Latina y Europa porque todavía cree en la causa comunista.



“Vea Queraltó….tenemos algo en común y se llama Cipriano Lombilla ese hijo de puta que está en el sótano de la Penitenciaría Nacional ha torturado a radicales, anarquistas, comunistas, estudiantes y militares, entre otras víctimas. Yo vine a la Argentina para luchar por mis ideas. Nunca imaginé caer preso por tener una ideología”.



“Soy el menor de siete hermanos, mi padre trabajaba de jornalero agrícola y tiempo después instaló una pequeña taberna en Ottobiano, en la región de la Lombardía. Mientras cursaba mis estudios secundarios conocí al dirigente socialista Egisto Cagnoni y a través de él pude ingresar a la Juventud Socialista italiana.



Estuve alineado en el ala internacionalista, “La Soffitta”, que denunció la política imperialista italiana en Libia, participando en manifestaciones antibélicas. Ante el riesgo de ser arrestado o enviado al frente, la dirección del partido me comisionó a la Argentina para trabajar entre los inmigrantes italianos. 



El 12 de diciembre de 1912 llegué a Buenos Aires, integrándome a la Juventud Socialista de Buenos Aires, y luego a Juventud Socialista argentina. Bautizado Vittorio en su Italia natal, aquí adapté mi nombre como Victorio y tardé 12 años en obtener la ciudadanía argentina. Aquí trabajé como empleado de comercio y me incorporé como afiliado al Partido Socialista Argentino. 



En 1918 fui uno de los fundadores del Partido Comunista de Argentina, que para ese entonces se llamó Partido Socialista Internacional, pasando a denominarse Partido Comunista de Argentina en 1920. En los años 30, durante la guerra civil española, colaboré en la organización del Socorro Rojo Internacional, apoyando al bando republicano, sirviendo además de enlace entre la Internacional Comunista y el Partido Comunista de España.



Entre 1937 y 1941, me establecí en Francia, cumpliendo tareas especiales para la internacional. En 1941, retorné clandestinamente a Argentina, ese año fui electo Secretario General del Comité Central del PCA. Hasta que me detuvieron y aquí estoy charlando animadamente con un ultraderechista. 



“Nosotros vamos a apoyar a Perón y ustedes ?, interroga Queraltó. “representa nuestro pensamiento y la idea de nacionalismo”. El comunista sonríe y le retruca “pero él es parte de este gobierno que nos metió presos. Ahora que conozco su trayectoria política es posible que nos volvamos a encontrar. Porque más tarde que temprano tiene que haber elecciones en el país”.



El invierno se acerca y a fines de abril de ese 1944 ambos dirigentes fueron puestos en libertad. En la vereda de la U 15, en Río Gallegos, ambos adversarios se despiden deseándose suerte. Queraltó volverá a Buenos Aires para activar nuevamente la Alianza, mientras que Codovilla eligió cruzar a Chile para continuar con posterioridad el activismo en la Argentina.





Pero como continuó el derrotero de ambos en los años posteriores es interesante saberlo. “Vino la firma del acta de Chapultepec, contraria a los intereses nacionales. Entonces hicimos ruido por todos lados; inclusive el simulacro de arrojar una bomba desde un avión al Congreso, para que los legisladores no aprobaran el Tratado. Eso nos acarrea que nos manden a la cárcel. Pero al poco tiempo Perón me llama y me felicita, y da la orden de que se ponga en libertad a todos los aliancistas presos.



Sigue luego un período de relativa tranquilidad. Los aliancistas nos limitamos al adoctrinamiento, dando conferencias. Pero después del fallecimiento de Evita se nota cierta desestabilización. El ministro del interior Angel Borlenghi demuestra ser mi más enconado enemigo, y no es de extrañar, puesto que con Iscaro había tenido militancia comunista en la C.G.T. durante la época del presidente Castillo. Ahí comienza otra clase de lucha, cuando emerge Guillermo Patricio Kelly..



Queraltó lo recuerda de este modo “un día la policía entra al local de San Martín y Corrientes, y mete de prepotencia a Patricio Guillermo Kelly, a quien la Alianza había expulsado en 1946. Así se apodera de nuestra organización por medio de un acto de fuerza apoyado por la policía mandada por Borlenghi. A mí me llevan preso a Orden Político y recién a los quince días de encierro consigo enviar una comunicación a Perón. 



Me manda llamar y me dice: "Lo sé todo. Desensille hasta que aclare. Lo voy a mandar al extranjero". Me designaron en la Embajada Argentina en el Paraguay. Yo no quería ir, pero en el interín Borlenghi me manda matar. Soy atacado en La Perla del Once. Me abren la cabeza a golpes de culata de revólver y me dejan por muerto.



Voy a parar al hospital Ramos Mejía, donde permanecí cinco días en coma. El Juez Black que entiende la causa cita a Kelly varias veces pero éste no comparece. En ese entonces es tiroteada mi casa, que estaba ubicada en Floresta y donde vivía mi padre. Resuelvo ir a Paraguay. Allí despliego una acción destinada a la distribución en escuelas de elementos enviados por la Fundación Eva Perón. Luego nuevamente el golpe de estado de la Revolución Libertadora. Antes de eso también tuve noticias de Codovilla.



Había sido liberado un 15 de octubre de 1945 de su segunda detención prolongada. Aunque su mayor error, cree Queraltó, fue apoyar a Unión Democrática en las elecciones del 45 que terminaron con el acceso, del peronismo al gobierno. Por su parte, luego de una extensa trayectoria y acción política, Codovilla murió en Moscú un 15 de octubre de 1970 y se lo recuerda con su nombre en una plaza de la capital rusa. 



Juan Queraltó murió de cáncer un 8 de agosto de 1987, recordando aquellas imponentes movilizaciones que encabezaba y reunían más de 20 mil personas.



Ambos dirigentes, uno en cada extremo del pensamiento político dejaron su huella en la historia de nuestro país y también en la Unidad 15 de Río Gallegos, que guarda en sus paredes las charlas más enfervorizadas de Victorio Codovilla y Juan Queraltó.